
“Parecía que habíamos llegado al final del camino y resulta que era solo una curva abierta a otro paisaje y nuevas curiosidades”
José Saramago
La Covid-19 pasará a la historia tanto por ser una pandemia devastadora como por asociarse a “la curva”. Meses oyendo hablar de la curva; que si se aplana, que si se doblega, que si desciende…Siempre “la curva”. Da igual si los fallecidos son cientos cada día, si los infectados son miles, lo importante es “la curva”.
Lo cierto es que los datos son lo importante, y estos dicen que mas allá de como se vea “la curva”, la situación es inquietante, no está controlada. Tras la terrible primera ola llegó una tensa calma. Los políticos, con el presidente Sánchez a la cabeza, salían orgullosos y, en ruedas de prensa interminables, nos decían que esto nos haría ser mas fuertes, que saldríamos de esto mejor. Llegó a decir que era el momento de salir de vacaciones, viajar, disfrutar del verano, consumir. Parecía que “la curva” se había doblegado y ya estaba en mínimos, que habíamos ganado.
Nada más lejos de la realidad. No solo no era así, es que sabíamos que la famosa curva volvería a ascender, que solo estaba en reposo reparador, cogiendo fuerza para rebrotar con ímpetu.
Entre tanto, los profesionales, los científicos y estudiosos del tema, iban sacando conclusiones. Se sabía mas de la enfermedad, su comportamiento, cómo evolucionaba la clínica, se hacían análisis que determinaban qué tratamientos eran adecuados y cuales otros no aportaban beneficio alguno. Se desarrollaban investigaciones aceleradas para buscar tratamientos y vacunas en tiempos récord. Los profesionales hacían su trabajo.
Mientras esto ocurría, los ciudadanos disfrutaban de sus vacaciones de verano, consumían, intentaban volver a una cierta normalidad, mas allá de la utilización de mascarillas como reminiscencia de esta pandemia. Parecía que la vida iba retornando a una cierta normalidad, lo que llamaron “la nueva normalidad”.
Y los políticos, ¿qué hacían los políticos? Nada, ellos a lo suyo, sus disputas, sus habituales “y tú más”, sus peleas intestinas, sus negociaciones inconfesables, sus cosas. Sabíamos que habría una segunda ola, que esta pandemia solo se había tomado un descanso, que estaba reponiendo fuerzas y volvería a atacar nuevamente y con mas fuerza. Hemos tenido tiempo para prepararnos, para establecer una estrategia. ¿Se ha hecho? Mi opinión es que no.
Ahora vemos a diario cómo las CCAA piden permisos para tomar medidas que restringen derechos y libertades amparadas por la Constitución, como puede ser el confinamiento domiciliario, como única medida eficaz para parar la trasmisión comunitaria. La Ley no lo permite. No se ha legislado en estos meses para dotarnos de armas legales que faciliten estas decisiones. Parece que eran mas importantes otras cosas, que esto estaba ya superado. Y no, no ha sido así. Tantos asesores en los ministerios ¿para qué? Nos llevó por delante la primera ola por no estar preparados y reaccionar tarde, pero esta segunda lo hará por ineptitud.
La estrategia no existe. Bueno, sí, la que se está aplicando es la de tomar las medidas justas que permitan mantener la situación socio-económica lo mejor posible, aunque la sanitaria no esté controlada, aunque “la curva” esté en ascenso. La estrategia pasa por confiar en una vacuna que, de momento, solo ha dado titulares, buenas intenciones y esperanzas, nada más.